El Ninguneo de la marcha del agua

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  • domingo, febrero 12, 2012
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  • Por: César Gutiérrez Peña

    (Lima, Perú).- Espectadores estelares de hechos trascendentes, hemos sido en estos últimos días, los que seguimos la política por vocación. Una causa y dos marchas a nombre de ella, han sido el tema. La causa se llama Conga, la ya trajinada mina cajamarquina, sin que haya empezado su desarrollo. Las marchas: una, bullanguera, llamada por sus patrocinadores “la marcha del agua”, con aspiraciones de llevar multitudes a la capital, provenientes de provincias, partiendo de la ciudad de Cajamarca. Mientras que la otra, se le podía llamar la anti-marcha, desarrollada desde Lima, en cómodos bufetes sanisidrinos o miraflorinos, estudios de televisión de señal cerrada y cabinas de radio y el nuevo medio, de soporífera programación, que es la radio-tele; que se oye mucho pero cada día se escucha menos, a nivel nacional.

    Los marchantes multimodales, para estar a tono con la época, porque fue una combinación de avances pedestres, cabalgatas y traslado en vehículos; han sido los activistas sociales, los que no gustan de la minería, por razones varias y a los que la nueva oleada de macartistas, llaman “rojos”. Y los promotores de la anti-marcha, que han desfilado pauta ajena en mano, por los medios de comunicación, han sido los gonfaloneros ya conocidos de los empresarios del tajo abierto y socavón. Con libreto actualizado, que mostraba a sus patrocinados elevados al nivel de Poseidón, el dios de la mitología griega que tenía soberanía sobre todos los elementos líquidos. Para que la contraprestación brindada sea completa, se dedicaron a ser cronistas del trajín de los que venían hacia Lima, ninguneándolos a “full time”. La prensa de formato estándar y los tabloides de papel salmón, han estado muy activos en darles el espacio a los “voceros liberales del desarrollo”.

    Los pro-mineros han transmitido “directo en directo” el hecho que según su punto de vista ha sido una marcha fracasada, por ser un grupo pequeño. Se han señalado cifras diversas, los más generosos hablan de mil. Lo que es un hecho indubitable y objetivo, es que no se consiguió una masa crítica importante, como para que la pareja inquilina de la casa de Pizarro, sintiera al menos algún remordimiento, por haber cambiado abruptamente de grey, cuando hace menos de un año, eran compañeros. Si lo vemos así, no se consiguió el objetivo, sin embargo esto no significa que la oposición a la minera Yanacocha y su cuestionado proyecto, haya desaparecido. En el extremo podemos decir, no generaron mayores adeptos, pero tampoco grandes deserciones.

    El que no haya habido más adherentes a los caminantes, tiene como lectura, que no es el momento de este tipo de medidas de protesta. No hay la suficiente efervescencia anti, como para salir a las calles, lo que ocurre es que como aún la economía sigue en crecimiento, no hay malestar mayúsculo.

    Con la misma lógica “ninguneadora”, yo les diría a los voceros de la minería, que prueben su nivel de aceptación haciendo una marcha con los adherentes a su causa. Estoy seguro, que no llegan a llenar un salón en el aristocrático Club Nacional en el “downton limeño”; con ello sería un tendencioso si afirmara que todo el país, los rechaza.

    Más allá de las sumas y restas cuantitativas, son importantes las conclusiones que nos deja este intento de protesta masiva. Dado que no hay malestar nacional suficiente, tienen que tener claras las matemáticas. Para producir efecto en los gobernantes que los mueva a un cambio, se necesita llenar plazas, por ejemplo, si quisiéramos una Plaza San Martín que haga sentir su rugido, se necesitan no menos de 40,000 personas, que equivale a llenar diez cuadras, con 4,000 personas cada cuadra, del jirón Carabaya, que desemboca en la mencionada locación. Si no entienden esta aritmética elemental, mejor no haga nada. Lo que pasa es que nuestros movilizadores están fuera de mercado, por desmanejo de los números.

    De otro lado, la gente de pensar de izquierda, padece el secular mal de la desunión. Es risible la crítica del activista puneño Walter Aduviri al ex – sacerdote Marco Arana, por politizar la marcha. ¿Podemos pensar que lo que se estaba haciendo, era una concentración con inocuidad de un club de fans de Justin Bieber, para ir a vivarlo en el hotel? El celo protagónico está en la delgada línea de frontera con la mezquindad, así que no se quejen cuando la base social no responde

    En conclusión, fue un esfuerzo que no consiguió su fin, pero que tampoco ha sufrido descrédito descalificador. La lucha continúa y por el momento no hay vencedores ni vencidos, ese es el reporte valedero desde el campo de los hechos y parafraseando lo que dicen los reporteros de la calle: seguiremos comentando.

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