(Lima, 10 Jul. 2011).- El sufijo “itis” en medicina es sinónimo de infección, cuya terapia dependiendo del caso, puede ir desde medicarse mediante un coctel que contenga: desinflamatorio, antibiótico y analgésico; hasta una intervención quirúrgica, con extirpación incluida. Corresponde el caso, al vivido por Ollanta Humala en la semana que culmina.
El mal se llama “Alejandritis” y se ha detectado que está alojado en dos partes del joven cuerpo “humalista”, muy cerca a la cabeza, por lo que requiere acción rápida y acertada, no vaya hacer que devenga en metástasis.
De los dos focos infecciosos, uno ha sido muy aparatoso, que a pesar de su gravedad, puede ser completamente aislado y eliminado. Es el caso de Alexis y su periplo ruso, donde compró tamaña “matríoska” que a medida que se ha ido desensamblado, cada pieza nos trae gran revelación; a la del gas, le siguió la pesquera, luego la turística y no sabemos que más sigue, porque si de algo se precian los rusos es saber darnos sorpresas en este tipo de trabajos manuales. Antes que salga la próxima figura comprometedora, al novel presidente no le queda otra que extirpar el órgano en problema y para que no se repita, someterse a una quimioterapia, por más que sufra los dolorosos efectos secundarios.
La segunda infección, que no ha sido registrada aún por la mayoría de los internistas, es de mayor cuidado, justamente por no ser tan visible. Se llama Alejandro Toledo, que no estaba en agenda según dicho del propio Ollanta, pero que a última hora, con un pie en el avión que lo llevaba a Washington, cambio de parecer y lo recibió. Nadie se explicó a que se debió el repentino volteretazo. Había como prolegómenos, una declaración de la nada protocolar embajadora de los Estados Unidos en el Perú, que anunció que el mandatario Obama no recibiría a Humala. Al día siguiente, ocurrió el milagro, el mandamás de la Casa Blanca, apareció en los medios limeños estrechándole la mano, lo que ha sido volanteado por la prensa “humalista”.
Conociendo al hombre de Cabana, va afirmar que han sido sus buenos oficios los que produjeron esta buena foto. Si se la creen, la adicción está declarada y no le va quedar otra que ser un presidente mediatizado, con predisposición endémica a probar reiterativamente la misma pócima; cuando la pregunta pertinente sería: ¿vale la pena tamaña dependencia por solo un gesto, aún sin valor? Pienso que no, pero veo que el comandante tiene otra lectura, que le significará alto costo.
Dos patologías que ha tenido que afrontar, pero que no las ha procesado convenientemente, va necesitar un tratamiento urgente de reflejos para el quinquenio que se le avecina, de no ser así, él y los peruanos vamos a tener serios problemas.
El mal se llama “Alejandritis” y se ha detectado que está alojado en dos partes del joven cuerpo “humalista”, muy cerca a la cabeza, por lo que requiere acción rápida y acertada, no vaya hacer que devenga en metástasis.
De los dos focos infecciosos, uno ha sido muy aparatoso, que a pesar de su gravedad, puede ser completamente aislado y eliminado. Es el caso de Alexis y su periplo ruso, donde compró tamaña “matríoska” que a medida que se ha ido desensamblado, cada pieza nos trae gran revelación; a la del gas, le siguió la pesquera, luego la turística y no sabemos que más sigue, porque si de algo se precian los rusos es saber darnos sorpresas en este tipo de trabajos manuales. Antes que salga la próxima figura comprometedora, al novel presidente no le queda otra que extirpar el órgano en problema y para que no se repita, someterse a una quimioterapia, por más que sufra los dolorosos efectos secundarios.
La segunda infección, que no ha sido registrada aún por la mayoría de los internistas, es de mayor cuidado, justamente por no ser tan visible. Se llama Alejandro Toledo, que no estaba en agenda según dicho del propio Ollanta, pero que a última hora, con un pie en el avión que lo llevaba a Washington, cambio de parecer y lo recibió. Nadie se explicó a que se debió el repentino volteretazo. Había como prolegómenos, una declaración de la nada protocolar embajadora de los Estados Unidos en el Perú, que anunció que el mandatario Obama no recibiría a Humala. Al día siguiente, ocurrió el milagro, el mandamás de la Casa Blanca, apareció en los medios limeños estrechándole la mano, lo que ha sido volanteado por la prensa “humalista”.
Conociendo al hombre de Cabana, va afirmar que han sido sus buenos oficios los que produjeron esta buena foto. Si se la creen, la adicción está declarada y no le va quedar otra que ser un presidente mediatizado, con predisposición endémica a probar reiterativamente la misma pócima; cuando la pregunta pertinente sería: ¿vale la pena tamaña dependencia por solo un gesto, aún sin valor? Pienso que no, pero veo que el comandante tiene otra lectura, que le significará alto costo.
Dos patologías que ha tenido que afrontar, pero que no las ha procesado convenientemente, va necesitar un tratamiento urgente de reflejos para el quinquenio que se le avecina, de no ser así, él y los peruanos vamos a tener serios problemas.
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