(Lima, 11 Oct. 2011).- Así como la contaminación, las mayores amenazas a los ecosistemas marinos provienen de la tierra, a través de diferentes actuaciones del ser humano, pero hay una de esas actividades que merece atención de mayor cuidado por parte de autoridades pertinentes, inversionistas y las propias comunidades cercanas al mar, me refiero por la CONSTRUCCION DE REPRESAS que alteran los cursos de agua dulce y nutrientes que ingresan a los sistemas marinos, e impiden a las especies alcanzar los lugares para desovar.
En condiciones normales, me refiero sin la interrupción de flujo por la construcción de represas y otros tipos de obras hidráulicas, los ríos son responsables del ingreso a las áreas costeras de cargas importantes de nutrientes (nitrógeno, fósforo,….) sin ellos la vida en el mar no podría durar y sedimentos ricos en materia orgánica, ambos imprescindibles e inclusive de arena que mantiene las playas aledañas que permiten la presencia de pesquerías costeras y condicionan el desarrollo de ecosistemas de alta productividad biológica.
Su alteración de flujo de estas sustancias y sedimentos produce efectos negativos importantes en las propiedades y funciones de los ecosistemas costeros, en la biodiversidad, en la oceanografía costera, en la dinámica de las playas, así como también en la abundancia y distribución de los recursos marinos vivos y de agua dulce. También afecta el tamaño y distribución del hábitat de especies acuáticas importantes para el consumo humano como lagunas salobres, humedales costeros, reducción de la productividad primaria.
Considero que la gestión del agua a nivel de cuencas, consistiría esencialmente en tomar decisiones de intervención teniendo en cuenta la dinámica de la cuenca, de los cauces y de las aguas captadas por la misma, así como sus efectos en el mar, y que con nuevas políticas hidrológicas sus concreciones en planes para la gestión y usos de éste elemento básico no deben centrarse únicamente en cómo obtener nuevos recursos (represas) sino, además en optimizar la gestión de los ya disponibles.
Queda claro pues, que la productividad de los mares está fuertemente condicionada por la calidad y cantidad de lo nutrientes que los ecosistemas terrestres a través de los ríos, suministran a las aguas costeras. Por lo tanto ese cuerpo de profesionales en hidráulica casi exclusivamente técnicos aún, deben incorporar factores dirigidos a conseguir una gestión racional y ambientalmente viable de los recursos hídricos, y que no vivan en divorcio profundo entre las aplicaciones técnicas y las necesidades de conservación de los entornos naturales donde se interviene.
Por lo tanto es inaplazable que en toda propuesta de intervención humana para el uso de los recursos hídricos, se respete adecuadamente la unidad del ciclo del agua y se tome en consideración el papel que poseen los ecosistemas acuáticos continentales como unidades funcionales, e indispensable incorporar la perspectiva ecológica en la gestión del agua, y dejar de lado esos análisis con visiones sectoriales donde los ríos son considerados únicamente como reservorios de agua, para que en ese sentido sean susceptibles de manipuleo libre para satisfacer demandas crecientes de agua para la agricultura, industria y población, dejando en completo olvido al medio marino, no teniendo en cuenta además que la riqueza biológica, la productividad primaria, y en consecuencia la actividad pesquera se desarrollan en su mayor parte en el litoral.
Por lo señalado, hay que concordar que la pesca sostenida, tal como la tradicional pesca artesanal, no es pues, la que amenaza a la biodiversidad marina, sino por el contrario, es el mal manejo entre suelo y agua que no están integrados y q, economíaue en la gestión del agua por cuencas con la construcción irracional de represas y embalses no consideran las franjas costeras dentro de un análisis serio de costes- beneficios, siendo estas áreas zonas de olvido que pasan por alto las entidades públicas y los responsables de la gestión del agua dulce o del mar.
En condiciones normales, me refiero sin la interrupción de flujo por la construcción de represas y otros tipos de obras hidráulicas, los ríos son responsables del ingreso a las áreas costeras de cargas importantes de nutrientes (nitrógeno, fósforo,….) sin ellos la vida en el mar no podría durar y sedimentos ricos en materia orgánica, ambos imprescindibles e inclusive de arena que mantiene las playas aledañas que permiten la presencia de pesquerías costeras y condicionan el desarrollo de ecosistemas de alta productividad biológica.
Su alteración de flujo de estas sustancias y sedimentos produce efectos negativos importantes en las propiedades y funciones de los ecosistemas costeros, en la biodiversidad, en la oceanografía costera, en la dinámica de las playas, así como también en la abundancia y distribución de los recursos marinos vivos y de agua dulce. También afecta el tamaño y distribución del hábitat de especies acuáticas importantes para el consumo humano como lagunas salobres, humedales costeros, reducción de la productividad primaria.
Considero que la gestión del agua a nivel de cuencas, consistiría esencialmente en tomar decisiones de intervención teniendo en cuenta la dinámica de la cuenca, de los cauces y de las aguas captadas por la misma, así como sus efectos en el mar, y que con nuevas políticas hidrológicas sus concreciones en planes para la gestión y usos de éste elemento básico no deben centrarse únicamente en cómo obtener nuevos recursos (represas) sino, además en optimizar la gestión de los ya disponibles.
Queda claro pues, que la productividad de los mares está fuertemente condicionada por la calidad y cantidad de lo nutrientes que los ecosistemas terrestres a través de los ríos, suministran a las aguas costeras. Por lo tanto ese cuerpo de profesionales en hidráulica casi exclusivamente técnicos aún, deben incorporar factores dirigidos a conseguir una gestión racional y ambientalmente viable de los recursos hídricos, y que no vivan en divorcio profundo entre las aplicaciones técnicas y las necesidades de conservación de los entornos naturales donde se interviene.
Por lo tanto es inaplazable que en toda propuesta de intervención humana para el uso de los recursos hídricos, se respete adecuadamente la unidad del ciclo del agua y se tome en consideración el papel que poseen los ecosistemas acuáticos continentales como unidades funcionales, e indispensable incorporar la perspectiva ecológica en la gestión del agua, y dejar de lado esos análisis con visiones sectoriales donde los ríos son considerados únicamente como reservorios de agua, para que en ese sentido sean susceptibles de manipuleo libre para satisfacer demandas crecientes de agua para la agricultura, industria y población, dejando en completo olvido al medio marino, no teniendo en cuenta además que la riqueza biológica, la productividad primaria, y en consecuencia la actividad pesquera se desarrollan en su mayor parte en el litoral.
Por lo señalado, hay que concordar que la pesca sostenida, tal como la tradicional pesca artesanal, no es pues, la que amenaza a la biodiversidad marina, sino por el contrario, es el mal manejo entre suelo y agua que no están integrados y q, economíaue en la gestión del agua por cuencas con la construcción irracional de represas y embalses no consideran las franjas costeras dentro de un análisis serio de costes- beneficios, siendo estas áreas zonas de olvido que pasan por alto las entidades públicas y los responsables de la gestión del agua dulce o del mar.
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