Por: César Gutiérrez Peña (Lima, 4 Dic. 2011).- Un proyecto minero ha significado el punto de inflexión para el Humalismo, enviando a la papelera de inservibles, los escritos radicales, con los que apareció en política, aquellos que lo convirtieron en el niño mimado de Hugo Chávez y Evo Morales. Ahora ha visto la luz y se ha bautizado en un nuevo credo, nada menos que el de la patronal, como dirían sus amigos de antes.
El hecho traerá tranquilidad a los escépticos, que veían en su accionar una estratagema de carácter transitorio, mientras tomaba fuerzas para los cambios traumáticos. Han quedado en “off side” sus amigos de la izquierda peruana, que se sintieron que se cumplía el sueño del gobierno propio. Ahora las diferencias sobre el accionar político de los últimos veintiún años, serán solo matices de carácter administrativo.
Lo trascendente es pensar en lo que se viene en el futuro, llámese elecciones del 2016. Los potenciales aspirantes a suceder al comandante en retiro, incluido la Jefe de Gobierno, Nadine Heredia; estarán en la misma línea de pensamiento, es decir si no aparece nada nuevo en el horizonte, la próxima campaña resultará aburridísima, pues la izquierda que ya conocemos, no tiene músculo suficiente para ser protagonista.
Puestas así las cosas, queda un espacio para algo diferente, aquella propuesta que sin temor a las bravatas de los poderes fácticos, pueda crear asociaciones de empresas públicas-privadas al estilo de las brasileñas Petrobras y Electrobras; las colombianas: ISA, Ecopetrol y Energía de Bogotá o la canadiense Hidroquebec. Logre la desconcentración empresarial con mecanismos de mercado, de los medios de comunicación. Que pueda conseguir una contribución económica mayor de las mineras, diferente al óbolo segunda parte, dado por los inversores a este gobierno. Que sea auténticamente nacionalista en la satisfacción del mercado interno con los recursos naturales ya sea como materia prima o con el cumplimiento de los emprendimientos prometidos de transformación de ellos en productos, sin dilaciones, como no ocurre hoy con las cacareadas petroquímicas y sea un promotor de un mercado de competencia real y no defensor de mercantilismos.
Si lo señalado emerge con una capacidad de explicación y difusión apropiada, esa será una alternativa, de lo contrario seguiremos en más de lo mismo. Hay que tener en cuenta que el tercio descontento, puede crecer muy rápidamente por la desaceleración del crecimiento que se producirá inevitablemente por la crisis de la Unión Europea.
El hecho traerá tranquilidad a los escépticos, que veían en su accionar una estratagema de carácter transitorio, mientras tomaba fuerzas para los cambios traumáticos. Han quedado en “off side” sus amigos de la izquierda peruana, que se sintieron que se cumplía el sueño del gobierno propio. Ahora las diferencias sobre el accionar político de los últimos veintiún años, serán solo matices de carácter administrativo.
Lo trascendente es pensar en lo que se viene en el futuro, llámese elecciones del 2016. Los potenciales aspirantes a suceder al comandante en retiro, incluido la Jefe de Gobierno, Nadine Heredia; estarán en la misma línea de pensamiento, es decir si no aparece nada nuevo en el horizonte, la próxima campaña resultará aburridísima, pues la izquierda que ya conocemos, no tiene músculo suficiente para ser protagonista.
Puestas así las cosas, queda un espacio para algo diferente, aquella propuesta que sin temor a las bravatas de los poderes fácticos, pueda crear asociaciones de empresas públicas-privadas al estilo de las brasileñas Petrobras y Electrobras; las colombianas: ISA, Ecopetrol y Energía de Bogotá o la canadiense Hidroquebec. Logre la desconcentración empresarial con mecanismos de mercado, de los medios de comunicación. Que pueda conseguir una contribución económica mayor de las mineras, diferente al óbolo segunda parte, dado por los inversores a este gobierno. Que sea auténticamente nacionalista en la satisfacción del mercado interno con los recursos naturales ya sea como materia prima o con el cumplimiento de los emprendimientos prometidos de transformación de ellos en productos, sin dilaciones, como no ocurre hoy con las cacareadas petroquímicas y sea un promotor de un mercado de competencia real y no defensor de mercantilismos.
Si lo señalado emerge con una capacidad de explicación y difusión apropiada, esa será una alternativa, de lo contrario seguiremos en más de lo mismo. Hay que tener en cuenta que el tercio descontento, puede crecer muy rápidamente por la desaceleración del crecimiento que se producirá inevitablemente por la crisis de la Unión Europea.
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