(Lima, 19 Set. 2011).- Aún por simple aplicación del principio de no hacer daño al prójimo, en la consideración de que los daños causados a la naturaleza suponen una merma a las posibilidades de disfrute y una agresión para nuestros semejantes presentes o futuros, debo expresar desde un enfoque eco-sistémico que la atmósfera, los océanos y los continentes forman un sistema planetario unido por el agua y conducido por la energía solar. Y que la sociedad humana sigue sin percibir la importancia del ciclo del agua y lo que es más importante sin respetar su carácter cíclico, aún con comentarios sobre buen tiempo y mal tiempo, de desequilibrios hidrológicos, de pertinaz sequía, inundaciones catastróficas, pérdida de biodiversidad marina, etc.
Sin embargo, con una cualidad revolucionaria en la capacidad de evolución de la vida( herencia cultural), se sigue difundiendo en el tiempo y el espacio cuanto aprendemos, acumulando saber y aumentando la posibilidad de descubrir leyes cada vez más complejas, que rigen los fenómenos que se manifiestan a nuestro alrededor. Pero lo que no queda claro hasta ahora son las políticas hidráulicas que vienen presididas por objetivos desarrollistas, basadas exclusivamente en criterios técnicos y economicistas, peor todavía con visiones sectoriales en las que a los sistemas acuáticos continentales se les percibe únicamente como reservorios de agua por lo que desde ésa óptica son considerados como manipuleo libre en satisfacción de demanda creciente de agua para la agricultura, industria y la población, descuidando mucho los nutrientes que necesita nuestras zonas costeras.
¿Qué tiene que ver todo esto con los sistemas acuáticos marinos? Ocurre que voces representativas de profesionales y políticos señalan muy sueltos de huesos que la solución a las demandas señaladas líneas arriba es construir represas para retener los grandes volúmenes de agua que se pierden al dejarse ir al mar en tiempos de riada. Sinceramente estos individuos que expresan así, muchos de ellos más de buena voluntad que de conocimiento en cuanto a perspectiva ecológica en la gestión de agua no conocen nada de nada.
Veamos un ejemplo que ayude a aclarar mejor, supongamos que al querer resolver un problema (como proporcionar agua para riego mediante la construcción de una represa), generan otros nuevos como interferencias a las migraciones de organismos acuáticos, ascensos no deseados del nivel freático, eutrofización de aguas, cambio de biocenosis al variar el régimen de los cursos de agua, disminución del aporte de nutrientes y de agua dulce a los estuarios y al mar, etc.
Entonces, pareciera que se sigue creyendo que los océanos por su extensión y volumen, presentan una capacidad ilimitada para absorber nuestros detritos, insensibles a las alteraciones que se hace con los retornos fluviales, o fuente inagotable de suministro pesquero. Merece recordarles que como fuente de recursos alimentarios para el consumo humano, los mares juegan un papel importantísimo, para muchas comunidades humanas, la pesca supone la principal aportación proteínica animal.
En efecto la productividad de los mares, está fuertemente condicionada por la calidad de los nutrientes que los ecosistemas terrestres suministran a las aguas costeras. Una de las claves para que todo sistema vivo prospere es que pueda hacer uso cíclico de los nutrientes. Las comunidades numerosas de peces y animales marinos se dan, pues, en aguas poco profundas, especialmente en las zonas cercanas a los deltas y desembocadura de los ríos.
En la frontera entre los ecosistemas terrestres y marinos las tierras emergidas compensan a los océanos parte los servicios que reciben de éstos suministrándoles abundante material orgánico. Resulta pues, influyente para la sostenibilidad de las zonas pesqueras naturales la calidad y cantidad de las aguas que se vierten en las costas, lo que hacemos en tierra adentro con las aguas es decisivo para la vida en los mares.
Por lo tanto la planificación hidráulica precisa urgentemente reformular profundamente sus postulados. Es inaplazable que en toda propuesta de intervención humana para el uso de los recursos hídricos se respete adecuadamente la unidad del ciclo del agua, para que ese divorcio profundo existente hasta ahora entre las aplicaciones técnicas y las necesidades de conservación de los entornos naturales donde se intervenga, incorporen factores dirigidos a conseguir una gestión racional y ambientalmente viable de los recursos hídricos.
Finalmente, a manera de reflexión la pregunta a tono con la realidad no es:
¿Cuánto agua se necesita y donde se consigue? , sino ¿cuánto agua hay y como se puede aprovechar mejor?
Así que estaremos atentos por todo lo dicho, ya que en muchos sectores relacionados con el mar sólo se mira lo que se tiene delante de la nariz, sólo hay el corto plazo, el interés inmediato y perspectivas cortas y limitadas.
Sin embargo, con una cualidad revolucionaria en la capacidad de evolución de la vida( herencia cultural), se sigue difundiendo en el tiempo y el espacio cuanto aprendemos, acumulando saber y aumentando la posibilidad de descubrir leyes cada vez más complejas, que rigen los fenómenos que se manifiestan a nuestro alrededor. Pero lo que no queda claro hasta ahora son las políticas hidráulicas que vienen presididas por objetivos desarrollistas, basadas exclusivamente en criterios técnicos y economicistas, peor todavía con visiones sectoriales en las que a los sistemas acuáticos continentales se les percibe únicamente como reservorios de agua por lo que desde ésa óptica son considerados como manipuleo libre en satisfacción de demanda creciente de agua para la agricultura, industria y la población, descuidando mucho los nutrientes que necesita nuestras zonas costeras.
¿Qué tiene que ver todo esto con los sistemas acuáticos marinos? Ocurre que voces representativas de profesionales y políticos señalan muy sueltos de huesos que la solución a las demandas señaladas líneas arriba es construir represas para retener los grandes volúmenes de agua que se pierden al dejarse ir al mar en tiempos de riada. Sinceramente estos individuos que expresan así, muchos de ellos más de buena voluntad que de conocimiento en cuanto a perspectiva ecológica en la gestión de agua no conocen nada de nada.
Veamos un ejemplo que ayude a aclarar mejor, supongamos que al querer resolver un problema (como proporcionar agua para riego mediante la construcción de una represa), generan otros nuevos como interferencias a las migraciones de organismos acuáticos, ascensos no deseados del nivel freático, eutrofización de aguas, cambio de biocenosis al variar el régimen de los cursos de agua, disminución del aporte de nutrientes y de agua dulce a los estuarios y al mar, etc.
Entonces, pareciera que se sigue creyendo que los océanos por su extensión y volumen, presentan una capacidad ilimitada para absorber nuestros detritos, insensibles a las alteraciones que se hace con los retornos fluviales, o fuente inagotable de suministro pesquero. Merece recordarles que como fuente de recursos alimentarios para el consumo humano, los mares juegan un papel importantísimo, para muchas comunidades humanas, la pesca supone la principal aportación proteínica animal.
En efecto la productividad de los mares, está fuertemente condicionada por la calidad de los nutrientes que los ecosistemas terrestres suministran a las aguas costeras. Una de las claves para que todo sistema vivo prospere es que pueda hacer uso cíclico de los nutrientes. Las comunidades numerosas de peces y animales marinos se dan, pues, en aguas poco profundas, especialmente en las zonas cercanas a los deltas y desembocadura de los ríos.
En la frontera entre los ecosistemas terrestres y marinos las tierras emergidas compensan a los océanos parte los servicios que reciben de éstos suministrándoles abundante material orgánico. Resulta pues, influyente para la sostenibilidad de las zonas pesqueras naturales la calidad y cantidad de las aguas que se vierten en las costas, lo que hacemos en tierra adentro con las aguas es decisivo para la vida en los mares.
Por lo tanto la planificación hidráulica precisa urgentemente reformular profundamente sus postulados. Es inaplazable que en toda propuesta de intervención humana para el uso de los recursos hídricos se respete adecuadamente la unidad del ciclo del agua, para que ese divorcio profundo existente hasta ahora entre las aplicaciones técnicas y las necesidades de conservación de los entornos naturales donde se intervenga, incorporen factores dirigidos a conseguir una gestión racional y ambientalmente viable de los recursos hídricos.
Finalmente, a manera de reflexión la pregunta a tono con la realidad no es:
¿Cuánto agua se necesita y donde se consigue? , sino ¿cuánto agua hay y como se puede aprovechar mejor?
Así que estaremos atentos por todo lo dicho, ya que en muchos sectores relacionados con el mar sólo se mira lo que se tiene delante de la nariz, sólo hay el corto plazo, el interés inmediato y perspectivas cortas y limitadas.
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