El cambio que no se ve llegar

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  • miércoles, agosto 24, 2011
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  • Por: César Gutierrez Peña

    (Lima, 23 Ago. 2011).- La palabra cambio, ha sido clave en el proselitismo político hace mucho tiempo y en distintos lugares del planeta, siendo el referente más cercano para los peruanos, nuestro vecino Chile, donde la Concertación la usó exitosamente y se exportó a nuestras fronteras, casi a la par con Saga Falabella y Ripley.

    Como aplicados imitadores, los aspirantes a un cargo político: alcaldías, gobiernos regionales, congresistas y presidente de la república; la han usufructuado a más no poder. Claro que a la hora de implementarlo, no se ha visto nada que se parezca a la variación del orden de las cosas, que es el concepto que trae aparejado, el ya famoso pero desacreditado vocablo.

    Hoy estamos en ruta firme a sepultarlo, pues el Humalismo, lo enarboló en campaña y tal como viene actuando, todo indica que tendremos la misma novela, con distintos actores, lo que llaman un refrito.

    Algunos dirán que es demasiado prematuro para opinar, discrepo, pues las principales cartas de la baraja se echaron: nombramientos; programas sociales adicionales, con voluntarismo de mejor manejo administrativo; negociación sumamente cautelosa con mineros; discurso sobre la exportación del gas, que ha pasado de la beligerancia sobre el vil precio de exportación, a hablar de consumo garantizado para el mercado interno; ninguna orientación para fortalecer a las empresas del Estado, para que actúen como agentes exitosos de un sistema de competencia y ninguna propuesta para la desconcentración de los mercados con alto grado de participación de un solo grupo empresarial, lo que incluye a los medios de comunicación.

    Si tan solo unos pocos de estos temas fuesen tocados con mentalidad moderna, de un Estado que se hace respetar y que promueve el beneficio de los consumidores por la interacción de los agentes económicos, sí podríamos hablar de variaciones tangibles, sin necesidad de ser estatistas en la economía y autoritarios en la política.

    Del accionar en estas primeras semanas, ni siquiera hay un atisbo de caminar en la dirección de algo que se sienta que estamos ante una nueva forma beneficiosa de gobernar para el ciudadano pedestre. Así que mejor declaremos en estado de catatonia a la trajinada palabra cambio, hasta que alguien con una nueva frase, nos cree una ilusión, apostemos por él y cuando tenga el poder de honrar lo dicho, lo haga. Ese día estaremos en una nueva era, que esa sea nuestra consigna.

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